viernes, 19 de junio de 2015

Discriminación racial, el secreto a voces que enluta y agrieta a Estados Unidos



El tiroteo en una histórica iglesia metodista de la comunidad negra de Charleston (Carolina del Sur), donde murieron nueve personas presuntamente por los disparos de un joven blanco, revivió hoy en EE.UU. el fantasma del racismo y, de la mano del presidente Barack Obama, el debate sobre el control de las armas.

El ataque ocurrió en la noche del miércoles contra la Iglesia Africana Metodista Episcopal (AME) Emanuel, una de las congregaciones negras más antiguas del país, mientras un grupo de personas participaban en su interior en una lectura de textos sagrados.

De acuerdo con la Policía de Charleston, el sospechoso, un joven blanco de 21 años identificado como Dylann Roof, estuvo rezando junto a las víctimas durante una hora antes del tiroteo.

Entre los nueve muertos, ocho de ellos fallecidos en el lugar del suceso y otro en un hospital, está el pastor de la iglesia atacada y senador estatal demócrata Clementa Pinckney.

Además de las víctimas mortales (seis mujeres y tres hombres), otras tres personas sobrevivieron al ataque y, según el relato de una de ellas, el sospechoso justificó su acción y les dijo: “Tengo que hacerlo (…). Habéis violado a nuestras mujeres y estáis tomando nuestro país”.

Tras el tiroteo, Roof estuvo fugado durante horas y la Policía distribuyó varias fotografías del sospechoso al solicitar la colaboración ciudadana para localizarlo.

martes, 16 de junio de 2015

Ecuador: el asedio de turno



Por Daynet Rodríguez Sotomayor


¿Será que la derecha continental es incansable? Es la pregunta que me hago ante los más recientes acontecimientos de Ecuador. En sus anhelos por recuperar los espacios perdidos frente a las alternativas populares y democráticas que han ido surgiendo en América Latina, ha recurrido a todo tipo de estrategias, casi siempre combinadas: golpe suave, golpe duro, guerra económica, guerra mediática. Ahora, tras los intentos fallidos en Venezuela y Bolivia, la Revolución Ciudadana de Ecuador, que lidera el presidente Rafael Correa, parece ser el tiro al blanco de turno.

Con la excusa de la eventual promulgación de una Ley de Herencia, y aprovechando la asistencia de Correa a la Cumbre Celac-UE en Bruselas, los poderes económicos y mediáticos han desatado una guerra sicológica con la matriz de opinión de una supuesta afectación de las clases populares y media, pero cuyo objetivo real es el derrocamiento del gobierno ecuatoriano.

Para entender un poco el fenómeno, la Ley de Herencia es una propuesta de un nuevo impuesto a las herencias impulsada por el Ejecutivo y que busca, esencialmente, redistribuir la riqueza. Se trata de una actualización al cálculo de impuestos, que en el país andino no se hacía desde 1927, cuando entró en vigor la norma que actualmente los regula, y contempla mecanismos para evitar la evasión fiscal.

“La propuesta de Ley de Herencias no afectará a los pequeños patrimonios familiares o de la economía popular y solidaria, sino que busca democratizar la propiedad en Ecuador”, ha dicho el presidente Correa.

Y ha insistido además, en que la nueva Ley no tiene un fin recaudador y solo afectará a menos del 2% del total de la población.

Sin embargo, ha sido el pretexto ideal para generar el clima de desestabilización en las calles contra el Gobierno de la Revolución Ciudadana, atizado por el persistente bombardeo mediático.

Si se buscan las páginas de opinión de los principales diarios ecuatorianos, como El Comercio y La Hora, se encontrará más de un editorial que intenta legitimar "el descontento social expresado en las calles", y minimizar la denuncia gubernamental de una estrategia concertada de la derecha nacional e internacional para derrocarlo.

El tratamiento mediático va desde el análisis de conceptos como Tiranía, y la invitación a que se busquen paralelos con la hora actual ecuatoriana, melodramas de lo que se vive en las protestas y que tiran de resortes sentimentales, hasta la criminalización de las contramarchas, a las que se acusa de no ser "una forma de ejercicio de un derecho ciudadano a salir a las calles, sino una nueva y perversa forma de represión".

Entre toda esa avalancha es bueno encontrar una opinión disidente. El Telégrado en su editorial de hoy ¿Cómo se redistribuye la riqueza en un país desigual?, apunta en el centro de la cuestión: "Han ganado mucha plata y acusan al Gobierno de comunista. Lucen sus mejores prendas y hablan de un supuesto empobrecimiento. Son los mismos que en 1999 movilizaron a ciertas autoridades porque no querían que sus bancos sean cerrados, intervenidos o, por lo menos, regulados por el Estado tras el uso indebido del dinero de los ahorristas. En definitiva, son todos aquellos que sienten que su riqueza es intocable, por más que se la construya en un marco social de desigualdades, inequidades y pobreza".

Y agrega El Telégrafo: "las élites económicas ecuatorianas, además de eso, nos quieren hacer sentir culpables de su situación, de su supuesto empobrecimiento. Por lo visto, nos involucran en el drama del que es culpable un modelo político que intenta redistribuir la riqueza, acabar con esa brecha enorme entre ricos y pobres, para construir una sociedad de propietarios y no solo de grupos minúsculos de empresarios y una gran masa de empleados y desempleados. Para ello aluden a valores como la familia y la heredad y olvidan que si hubiesen pensado en las familias no tendríamos esa masa de exiliados que provocó el feriado bancario y la crisis financiera de la década del noventa".

Por ahora, la Revolución Ciudadana, con Rafael Correa al frente, continúa defendiéndose: al regreso del presidente desde Bruselas se han convocado grandes contramarchas, esas mismas que tanto teme la oposición, mientras en las redes sociales la etiqueta  #YoDefiendoMiRevolución cobra cada vez más presencia.

Y el contexto latinoamericano ya no es el mismo. Por ejemplo, este propio lunes la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) advirtió que dicha organización "se opondrá firmemente a los actos de violencia que se han producido recientemente en Ecuador, convocados por grupos oligarcas, políticos de la extrema derecha y élites de los grandes medios de comunicación", que intentan desestabilizar el Gobierno de Rafael Correa.

De su parte, la contrarrevolución ecuatoriana no se conforma con la derrota del 30 de septiembre de 2010 y ha demostrado que no aceptará convivir en democracia con un gobierno que afecta directamente sus intereses y busca redistribuir la riqueza para las grandes mayorías.

La tradicional pelea de clases en una revolución, en pleno siglo XXI, sigue servida.

domingo, 14 de junio de 2015

El Club Iceberg


Daynet Rodríguez Sotomayor



Una vez más se reúnen los que parecen decidir los destinos del mundo. Si alguien quiere enterarse qué le preocupa y qué deciden los poderosos, cuál es en definitiva la agenda global, le sugiero, en vez de ir a las Naciones Unidas, seguirle la pista al Club Bilderberg, un grupo que año tras año se reencuentra en medio de un halo de misterio, y está compuesto por miembros de los gobiernos, de la realeza, de las trasnacionales... todos más o menos lo mismo y con un propósito de convergencia: la defensa del capitalismo. Pero tengo que aclarar que saber saber, no sabremos jamás nada con certeza. Porque todo se cocina a las sombras.

La historia secreta del Club, en una de sus versiones

El tema Bilderberg ha intrigado a más de un periodista e investigador. El ruso Daniel Estulin forma parte de ese grupo de escritores que rozan la verdad y especulan sobre ella, ¿para luego confundirnos y que jamás encontremos las claves certeras? De cualquier forma, en su bestseller La verdadera historia del Club Bilderberg, reseñó algunas interesantes pistas de cómo se organizan estos cónclaves y los propósitos que persiguen.

Según Estulin, se reúne normalmente un máximo de 130 delegados. Dos tercios de los presentes son europeos y el resto procede de Estados Unidos y Canadá. Un tercio de los delegados son políticos y los dos tercios restantes, representan a la industria, las finanzas, la educación, los sindicatos y los medios de comunicación. Y la mayor parte de los delegados hablan inglés, aunque la segunda lengua de trabajo es el francés.

Otro dato siempre recurrente es el tamaño de la ciudad donde se citan: debe tratarse de núcleos urbanos pequeños que permitan ahuyentar las miradas curiosas de los habitantes de las grandes urbes, y que tiene la "ventaja adicional de que pemiten la presencia de «asistentes personales» armados hasta los dientes sin recato".

"Bilderberg, desde el principio, ha sido administrado por un núcleo reducido de personas, nombradas desde 1954 por un comité de sabios constituido por la silla permanente, la silla americana, las Secretarías y tesoreros de Europa y Estados Unidos", acota el periodista.  Y agrega que el club siempre marca todos los documentos que distribuye a sus miembros con la frase «Personal y estrictamente confidencial. Prohibida su publicación».

¿Descabellada omnipotencia?

Para Estulin, "cuando se celebran estas reuniones, inevitablemente les siguen la guerra, el hambre, la pobreza, el derrocamiento de los gobiernos, y abruptos y sorprendentes cambios políticos, sociales y monetarios".

Aun con la prevención que siempre causan las teorías conspirativas y tremendistas, no es descabellado atribuirle al Bilderberg estos poderes. Ya en 1977, el influyente diario londinense The Times le acuñó el famoso calificativo de "una camarilla formada por algunos de los hombres más ricos, poderosos e influyentes de Occidente que se reúnen secretamente para planear eventos que después, simplemente, suceden".

Cuando un joven Bill Clinton, entonces gobernador de Arkansas, estuvo en su primer encuentro Bilderberg en Badén Badén, Alemania, en 1991, David Rockefeller le explicó en qué consistía el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y le dio indicaciones para apoyarlo. Al año siguiente, el gobernador se convirtió en presidente.

Otros participantes también consiguieron el beneficio y el apoyo de sus miembros: Tony Blair asistió a la reunión del Bilderberg de 1993 y acesndió a la presidencia del partido en julio de 1994 y a la presidencia nacional en mayo de 1997; Romano Prodi acudió a la reunión del Bilderberg de 1999, y fue nombrado presidente de la Unión Europea en septiembre de 1999; y George Robertson participó en la reunión del Bilderberg de 1998, y consiguió la secretaría general de la OTAN en agosto de 1999.

La agenda anual


Esta vez la reunión anual se lleva a cabo en Austria desde este 11 de junio, y según adelantó el periódico 'The Guardian', entre los invitados a la reunión están el menos tres primeros ministros europeos: los de Países Bajos, Finlandia y Bélgica, quienes discuten la "estrategia europea" con el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, y el presidente de Austria, Heinz Fischer.

En la lista, que rara vez se hace pública pero que ahora ha trascendido, también aparecen representantes de gigantes financieros como el Banco Central Europeo, Deutsche Bank, Lazard, Banco Santander, HSBC, Goldman Sachs y JP Morgan, los que se espera aborden los problemas económicos de Grecia.

De la industria y la manufactura, a la reunión asisten el director general de Michelin, junto con el jefe de Roche, el consejero delegado de Royal Dutch Shell, el presidente de BP, el  consejero delegado de Siemens Austria y los jefes de varios conglomerados industriales como Techint e Investor AB y otros. Mientras, las gigantes tecnológicas y de internet estarán representadas por el presidente ejecutivo de Google, Eric Schmid, así como por el fundador de PayPal y director de Facebook, Peter Thiel.

Por lo que ha podido conocerse de la agenda principal de la conferencia, a los poderes políticos y ecónomicos transnacionales parece preocuparle el desarrollo de la inteligencia artificial y los riesgos del ciberespacio además de las próximas elecciones en EE.UU., la agitación en Grecia y la posición de Rusia en el mapa político mundial. Ahí podría decidirse, entre bambalinas, el próximo presidente estadounidense, o un eventual acuerdo con Rusia. Pero la imagen que acompaña estas líneas es explícita y sugerente: al igual que un iceberg, los miembros del Club, una vez más, nos ocultarán el grueso de sus discusiones y decisiones.

Este silencio tácito ha sido posible gracias a que el Club también representa a la élite de los medios de comunicación a ambos lados del Atlántico. En ese sentido el magnate David Rockefeller ha dicho: "Durante casi cuarenta años el Washington Post, el New York Times, el Time Magazine y otros prestigiosos medios corporativos han acudido a nuestros encuentros y respetado su promesa de discreción".

Si bien no sabemos del todo su manera de actuar, es indudable que el Club Bildeberg apuesta por un Nuevo Orden Mundial que se alimenta de las guerras, de descalabros financieros y crisis políticas, de terrorismo de alta o baja intensidad, imprescindibles para sostener el sistema. Y en ese intento encuentra hoy el escollo de otros poderes emergentes como Rusia y China, que buscan un Sistema Internacional al parecer mas policéntrico. De seguro estos temas darán, en los próximos días de discusiones, más de un dolor de cabeza.

Publicado en Cubasi.cu

miércoles, 3 de junio de 2015

VII Cumbre de las Américas en Panamá: una mirada desde la historia y el presente de las Relaciones Interamericanas


Por Daynet Rodriguez Sotomayor

Entre los días 9 y 11 el pasado mes de abril tuvo lugar en Panamá la VII Cumbre de las Américas. El cónclave había generado numerosas expectativas desde que el gobierno del Istmo cursara la invitación oficial a Cuba, el gran excluido por Estados Unidos en  las citas. Y cuando por fin desde La Habana se aseguró la asistencia del presidente cubano y luego Raúl Castro pisó suelo panameño y se produjo el encuentro oficial y la esperada foto con su par estadounidense Barack Obama, la euforia se apoderó de los despachos noticiosos. Por primera vez en la historia de estos encuentros, se juntaban en el mismo salón todos los países de la región y, coincidían cara a cara, los líderes de ambas naciones –Cuba y EE.UU.- en conflicto. Algunas de las primeras interpretaciones del momento afirmaban que “con el apretón de manos, el siglo XX americano moría finalmente y se abría una nueva etapa en las relaciones interamericanas” (1), mientras que otros, en un exceso de optimismo, aseguraban: “se cumplió el sueño de Simón Bolívar” (2). El presente trabajo intentará contextualizar la VII Cumbre en el devenir de las relaciones interamericanas, marcadas por la contraposición entre los proyectos de dominación y hegemonía tradicionales de Estados Unidos para la región, y el proyecto latinoamericanista, aún por concretar, de Bolívar y José Martí. Además, se tratará de exponer, en un análisis que no pretendemos agotar, los resultados de la Cumbre para el futuro de las relaciones en el continente.

Las Cumbres de las Américas: un poco de historia

A comienzos de 1994, el presidente William Clinton convocó a la celebración de la Primera Cumbre de las Américas con el propósito de “concertar intereses y políticas entre todos los gobiernos democráticamente electos del continente”, así como “fortalecer la defensa colectiva de la democracia, luchar contra el comercio de las drogas, liberalizar el comercio y la inversión y promover el desarrollo sostenible” (3).

Nacía así una nueva iniciativa que puede incluirse dentro de la larga lista de esfuerzos de instrumentación del Panamericanismo, elaborado para la región por las clases dominantes estadounidenses a fines del siglo XIX, y reactivado a su conveniencia en cada período. Dicho proyecto encuentra su basamento ideológico inicial en la Doctrina Monroe: la idea de una América para los americanos, es decir para los Estados Unidos, ha sido desde entonces central en la relación de la gran potencia con las naciones al sur del Río Bravo. Los verdaderos propósitos con respecto a la América hispana ya habían sido perfilados por los padres fundadores de los Estados Unidos, quienes siempre concibieron la región como un espacio natural de su influencia y beneficio, como su patio trasero. Si bien el proyecto panamericano se presentó desde un inicio como una cooperación y unidad entre los países del continente americano y Estados Unidos, fue en realidad un plan para sentar las bases hegemónicas. Bajo la bandera del Panamericanismo y las doctrinas correspondientes en cada período, desde el Buen Vecino hasta la Alianza para el Progreso, por poner dos ejemplos, América Latina ha visto acentuarse cada vez más la dependencia estructural, económica, política y militar a su poderoso vecino del Norte, que aseguró su hegemonía-dominación a través de todos los instrumentos posibles: desde el robo de territorios o el intervencionismo a sangre y fuego, hasta los métodos más sutiles.

Las Cumbres de las Américas surgían también en un contexto especialmente favorable para Estados Unidos: tras el derrumbe de la Unión Soviética y la desaparición del contrapeso de poder en el sistema internacional, ese proyecto hegemónico que desde siempre han diseñado las clases dominantes estadounidenses encontró las condiciones para su circunstancial realización. Se verificó entonces un breve período de mundo unipolar, dominado por dicha potencia.

Esa posición de privilegio también tuvo su expresión en las relaciones interamericanas: EE.UU. arreció los intentos de asfixiar y aislar a Cuba con la aprobación por parte del Congreso y la Casa Blanca de la llamada “Enmienda Torricelli” que desde entonces le da un carácter extraterritorial al bloqueo económico, comercial y financiero. De ahí que la Cumbre de Miami arrancó con la exclusión de Cuba, “pese a las demandas de algunos gobiernos latinoamericanos y caribeños– a causa de la fortalecida estrategia contra la Revolución Cubana que seguía desplegando el establishment de la política exterior y la seguridad, así como los sectores más reaccionarios de la mal llamada “comunidad cubana” radicada en EE.UU.” (4)

Como recuerdan los profesores Luis Suárez Salazar y Tania García Lorenzo, en su discurso en esa cita, William Clinton anunció su disposición a iniciar negociaciones hemisféricas conducentes a la suscripción del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), asunto que –con la anuencia unánime de los mandatarios participantes– fue incluido en su declaración final y en el voluminoso plan de acción aprobado por esa cumbre (5).